Hay tropezones que son caídas.

Hola

Tanto tiempo sin decir.  Pero me ha tocado comprobar que hay tropezones que son caídas. Eso fue lo que me sucedió el 19 de mayo de 2024.  Y tardé un tiempo en levantarme, en todos los sentidos. Como suele suceder en la vida a veces las cucharadas son de azúcar y otras veces son de sal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primero la de azúcar: El 17 de mayo hice la presentación de mi libro «Los años y los vientos» en la Biblioteca de Pinamar Manuel Belgrano. En el mismo encuentro  Patricia Abad Miranda  presentó su libro «El grito inaudible».  La conducción estuvo a cargo de Eli Martínez Shapasnikoff, directora de la biblio, escritora y amiga.  El encuentro fue cálido y  agradable. Patricia leyó mi trabajo y yo el de ella, en un espejo literario más que interesante dado las diferencias temáticas de los cuentos..

Y llegó la cucharada de sal el día 19 de mayo cuando retornaba a Buenos Aires, me accidenté y tuve una recuperación más larga de lo previsto.  Di por cancelado el año creativo que hoy decidí retomar.

Marta

Palabras

La Tierra tiene sus vetas la humanidad la palabra

Mariel Monente

Dos

En un instante, un temblor

Y las caracolas vuelan

Y las dunaviolas flotan en el barro

Y las rosas de agua

se empolvan de arena

Y las barroplayas nacaradas

juegan al escondite con la espuma

Y la calma

Mi tú, tu yo

Y un solo nombre.

 

Marta

 

El sabor del desencanto

Un pájaro negro puede arruinar la vista del cielo

Takeo Arishima

 

El desencanto llenó cada poro de mi cuerpo, su agrio sabor inundó mis vísceras. Me fui para adentro, al lugar original. Volví a ser un punto en medio del cuerpo. Al amparo de los huesos, de los músculos, de los venas y de las arterias. Un cigoto. Un bosquejo. Una nada todavía.

Mi presencia seguía en el salón y yo, ahí, dada vuelta como una media presta a zurcirse. Expuesta a un exterior carente de comprensión.

La desilusión me estrujó como a un papel celofán. Con el ruido tapado por los murmullos impiadosos.

No me gustan las sorpresas, y esta lo fue. Había entregado parte del alma.

La decepción acrecentaba el dolor. Ya nada iba a ser igual, no podía ser igual, no debía ser igual.

No creo, no adhiero, a eso de “todo bien, no es para tanto, no pasó nada tan terrible…” Porque es terrible que te sorprenda la vida mostrando las máscaras verdaderas.

Por un momento el aire no entró en mi cuerpo, un nanosegundo prestado a la muerte. Un instante eterno en que me fui para adentro en el desesperado intento de salvarme.

 

 

Marta

 

 

 

Reflexión

Ayer tuve el enorme placer de publicar el  cuento «Autorretrato»,  de la escritora  Paola Vicenzi.  Ella es mi guía en este camino de la palabra escrita, desde hace más de dos años. A su lado crecí y aprendí  a creer en mis decires.  Me alentó a editar mi primer libro y a crear este espacio.  Pao, gracias por tu calidez y por tu saber.

 

Mara Bergallo

Este relato es el hermoso regalo que recibí de mi  compañera de taller Mara Bergallo, gran escritora y valiosa persona. Recorrimos juntas el amplio camino de las letras, casi por dos años.  Cuando leyó el texto la dedicatoria estaba al final, y fue entrañable para mí. Hoy no quería dejar de mencionar a Mara y a su exquisito decir. Compartirlo me resulta necesario. Gracias, Mara.

 

Paraíso de palabras

Para la que construye poesía a cada paso, regalándome el placer de leer sus textos y escucharlos de su propia voz.  Gran escritora, valiente y genuina: Marta Ritondale, mi valiosa compañera.

 

Un limbo o borde, la afamada zona de confort, halla su cimiento en fantasías infantiles de desaparición y refugio. Ese limbo seduce, succiona, atrapa y nos condiciona. Un gran útero, de intenso magnetismo, del que logran sustraerse solo unos pocos.

A lo largo de mi existencia, me he cruzado con algunos de estos sujetos y, como si lo llevaran escrito en la frente, rápidamente los identifico. Son seres especiales, llenos de pasión y sensibilidad, con quienes es un verdadero placer compartir una charla o un proceso creativo. A su lado, pasan los minutos y las horas sin el menor registro subjetivo. Cuando tengo la dicha de disfrutarlos, sigo prendida y perdida en los laberintos de un paraíso, bien lejos del limbo, perdida en el goce de almas ensambladas, a cielo abierto. Continuar leyendo «Mara Bergallo»

Adelanto del cuento «Los años y los vientos»

Un avance del cuento que dio origen al título de mi primer libro.

 

«Sus pies navegaban en lanchones violetas aterciopelados, raídos de tanto paso. Sus caderas se balanceaban acariciadas por timbales y sones lejanos. Su piel morena, más morena por tanto sol vivido.

Un batón de flores multicolores hacía su figura más voluminosa y alegre. Y un pañuelo blanco en su cabeza, al estilo yoruba, completaba el atuendo de Irasema, la abuela de Eber, mi amigo del barrio.»

 

Marta