Un avance del cuento que dio origen al título de mi primer libro.
«Sus pies navegaban en lanchones violetas aterciopelados, raídos de tanto paso. Sus caderas se balanceaban acariciadas por timbales y sones lejanos. Su piel morena, más morena por tanto sol vivido.
Un batón de flores multicolores hacía su figura más voluminosa y alegre. Y un pañuelo blanco en su cabeza, al estilo yoruba, completaba el atuendo de Irasema, la abuela de Eber, mi amigo del barrio.»
Marta