La Tierra tiene sus vetas la humanidad la palabra
Mariel Monente
Mi espacio creativo
Pensamientos, conclusiones..
La Tierra tiene sus vetas la humanidad la palabra
Mariel Monente
En un instante, un temblor
Y las caracolas vuelan
Y las dunaviolas flotan en el barro
Y las rosas de agua
se empolvan de arena
Y las barroplayas nacaradas
juegan al escondite con la espuma
Y la calma
Mi tú, tu yo
Y un solo nombre.
Marta
Un pájaro negro puede arruinar la vista del cielo
Takeo Arishima
El desencanto llenó cada poro de mi cuerpo, su agrio sabor inundó mis vísceras. Me fui para adentro, al lugar original. Volví a ser un punto en medio del cuerpo. Al amparo de los huesos, de los músculos, de los venas y de las arterias. Un cigoto. Un bosquejo. Una nada todavía.
Mi presencia seguía en el salón y yo, ahí, dada vuelta como una media presta a zurcirse. Expuesta a un exterior carente de comprensión.
La desilusión me estrujó como a un papel celofán. Con el ruido tapado por los murmullos impiadosos.
No me gustan las sorpresas, y esta lo fue. Había entregado parte del alma.
La decepción acrecentaba el dolor. Ya nada iba a ser igual, no podía ser igual, no debía ser igual.
No creo, no adhiero, a eso de “todo bien, no es para tanto, no pasó nada tan terrible…” Porque es terrible que te sorprenda la vida mostrando las máscaras verdaderas.
Por un momento el aire no entró en mi cuerpo, un nanosegundo prestado a la muerte. Un instante eterno en que me fui para adentro en el desesperado intento de salvarme.
Marta
Ayer tuve el enorme placer de publicar el cuento «Autorretrato», de la escritora Paola Vicenzi. Ella es mi guía en este camino de la palabra escrita, desde hace más de dos años. A su lado crecí y aprendí a creer en mis decires. Me alentó a editar mi primer libro y a crear este espacio. Pao, gracias por tu calidez y por tu saber.
Este relato es el hermoso regalo que recibí de mi compañera de taller Mara Bergallo, gran escritora y valiosa persona. Recorrimos juntas el amplio camino de las letras, casi por dos años. Cuando leyó el texto la dedicatoria estaba al final, y fue entrañable para mí. Hoy no quería dejar de mencionar a Mara y a su exquisito decir. Compartirlo me resulta necesario. Gracias, Mara.
Paraíso de palabras
Para la que construye poesía a cada paso, regalándome el placer de leer sus textos y escucharlos de su propia voz. Gran escritora, valiente y genuina: Marta Ritondale, mi valiosa compañera.
Un limbo o borde, la afamada zona de confort, halla su cimiento en fantasías infantiles de desaparición y refugio. Ese limbo seduce, succiona, atrapa y nos condiciona. Un gran útero, de intenso magnetismo, del que logran sustraerse solo unos pocos.
A lo largo de mi existencia, me he cruzado con algunos de estos sujetos y, como si lo llevaran escrito en la frente, rápidamente los identifico. Son seres especiales, llenos de pasión y sensibilidad, con quienes es un verdadero placer compartir una charla o un proceso creativo. A su lado, pasan los minutos y las horas sin el menor registro subjetivo. Cuando tengo la dicha de disfrutarlos, sigo prendida y perdida en los laberintos de un paraíso, bien lejos del limbo, perdida en el goce de almas ensambladas, a cielo abierto. Continuar leyendo «Mara Bergallo»
Un avance del cuento que dio origen al título de mi primer libro.
«Sus pies navegaban en lanchones violetas aterciopelados, raídos de tanto paso. Sus caderas se balanceaban acariciadas por timbales y sones lejanos. Su piel morena, más morena por tanto sol vivido.
Un batón de flores multicolores hacía su figura más voluminosa y alegre. Y un pañuelo blanco en su cabeza, al estilo yoruba, completaba el atuendo de Irasema, la abuela de Eber, mi amigo del barrio.»
Marta