Una de las trampas de la infancia
es que no hace falta comprender
algo para sentirlo
Carlos Ruiz Zafón
El Negro estrujaba el muñeco de Batman cuando la yuta se llevó a su viejo. Se quedó con las ganas de escupirle la cara. ¡Puta, por no ser más alto!, pensó. Eras mi rey, gato. Te lo decía abrazándome a tus piernas, y vos siempre “salí de acá con esa mariconada”. ¡Qué mierda, gato! Qué mierda. Pero esta no te la perdono, esta la pagás. ¡Te cabió! ¿Viste que no soy tan maricón? Y si era más alto ni a la cana te llamo, te juro, me vuelvo araña como el hombre, te subo y te tajeo la garganta. Se acabó lo de mi vieja tirada en la cocina, se acabó.
Ahora vengo, ma, dijo al cerrar la puerta. Fue hasta el pasillo 34 con su Batman en la mano, llamó al Colo y al Paragua y juntos armaron la Liga de la Justicia.
Marta